Actualizado: 6 nov 2022

Todos hemos crecido con la creencia popular de que hay que evitar el negro en los días calurosos y llevar colores claros para no sentir tanto el calor, ¿verdad?
El principio de refracción la creencia de que los colores claros dan menos calor que los oscuros, está basada en el principio científico de la refracción. Este fenómeno explica que los colores claros reflejan la luz, mientras que los oscuros la absorben.
La luz está compuesta por una serie de ondas, algunas imperceptibles, que además de corresponderse a un color, calientan los objetos en los que inciden, haciendo que aumente su temperatura.
Dicho esto… Tiene lógica que evitemos los colores oscuros en verano, ¿no?
Tras una larga investigación y documentación, la ciencia puede que desmonte toda esta idea sobre las prendas negras.
¿Los colores claros son más frescos?
A primera vista, si nos basamos en la teoría de la refacción, diríamos que la ropa clara es la ideal para el verano, pero siempre hay un “pero”, valga la redundancia.
La luz no es la única fuente de calor que hay en juego. Muchas veces nos olvidamos de que nuestro cuerpo esta constantemente emitiendo energía térmica, es decir, que nosotros mismos emitimos calor, un calor que tendrá que atravesar una capa de ropa para liberarse del todo.
Así que, teniendo en cuenta este factor tan importante, si usamos ropa blanca, el calor de nuestro cuerpo rebotará en la tela sin posibilidad de escapar e incidiendo de nuevo en nuestra piel. Sin embargo, si usamos prendas negras, estas absorberán el calor emitido por nuestro cuerpo y la brisa exterior se encargará de llevárselo.
Este suceso tan sencillo se conoce como convección, la cual establece que el calor pasa de un cuerpo a otro por la diferencia de temperatura, por lo que esa brisa o viento se encargara de llevarse el calor y así mantenernos más frescos.